Comentarios de la directora


  
Carlos Gorriarena es tal vez uno de los pintores argentinos mas interesantes y sanguíneos de los últimos tiempos. Formado en la tradición de maestros como Berni, Spilimbergo, Urruchua y él mismo maestro de muchas generaciones de artistas, resistió siempre ser reducido a la categoría de pintor político. Por eso mismo Gorri fue un artista que siempre asumió su compromiso con el momento histórico en que vivió.  Y se nutrió de la realidad, no para restituirla sino para, devolverla transformada.
Gorriarena murió hace poco tiempo, no llegué a conocerlo. Esta película me dio esa oportunidad. A menudo el cine ha reflejado situaciones que permiten entender los conflictos de los hombres con su mundo, los detalles de ciertas vidas que destacan por su inteligencia, por la forma en que subliman realidades muy complejas y conflictivas.
Lo que me interesa no es representar la vida de Gorriarena, o ilustrarla desde una perspectiva didáctica o de homenaje. Lo que sostiene mi mirada en este film, es explorar la idea acerca de cómo Carlos Gorriarena, pintor y maestro de muchas generaciones de artistas argentinos, resiste los reduccionismos, desde lo que enuncia y desde su obra.  Y al mismo tiempo entender algo mas de la manera en que la política se cruza con el arte.
La historia de este film comienza en el momento en que el artista y su obra se independizan para siempre. La obra comienza así una existencia donde el autor no está para explicarla, reemplazarla o modificarla. Por fin Gorriarena abandona su obra, porque como el decía: “una obra no se termina, se abandona.”
Y la obra se mueve. Es ordenada, trasladada,  colgada, descolgada, vuelta a colgar, tocada, explicada, admirada... Esta compuesta de tela, arena y acrílicos… lo tangible y lo intangible en un solo gesto.
La obra circula y no se deja aprehender, se transforma en y con cada mirada. Esta allí, preocupando a quienes deben protegerla, organizarla, darla a ver. Inquietando a quienes quieren observarla, entenderla, interpretarla o simplemente apropiarse de ella.
El arte, como la vida, desencadena numerosas acciones, que resultan de decisiones tanto materiales como ideológicas. El film explora esas decisiones y sus resultados intentando dar a ver qué gestos de amor, de confianza, de orden, de admiración o de avidez suscita, y en ese camino intenta encontrar el camino del pintor y tal vez, solo tal vez, acercarse a su verdad.
No es un film biográfico, ni didáctico. Apenas se mueve en ese terreno incierto de la estética de un pintor, que deseo sirva para asomarnos al proceso y a la emoción en la obra de un hombre comprometido con su tiempo.
La obra de Gorriarena, ¿explica su vida?  No, pero la justifica.

MOTIVACION
Circunstancias personales me llevaron a conocer hace tiempo la obra de Carlos Gorriarena. No hace mucho, descubrí también que teníamos en forma indirecta, amigos comunes. Sin embargo nunca tuve la oportunidad de encontrarme personalmente con él. Algunas de estas cosas estuvieron presentes a la hora de decidirme a realizar una película sobre Gorri.
Gorri, de a poco fui incorporando este diminutivo familiar de su apellido, me tomé esa confianza, casi sin respeto.
Durante la investigación  llegué a su sitio Internet, a algunos interesantes catálogos y lo que significo un gran descubrimiento para mi, a algunos de sus escritos. Sus ideas en relación al rol del arte y del artista en nuestra sociedad, me sorprendieron y me sentí identificada.
Visionando el material de archivo descubrí su voz y sus recuerdos; ambas cosas me permitieron ir armando una idea despareja aunque singular, de esta personalidad tan rica y tan compleja. Comencé a componer con todo ello los trozos de una biografía, como toda biografía, inconclusa.
Gran parte de su discurso de los últimos años desgranaba coloridas anécdotas de alguien que a su edad y con su prestigio, podía permitirse la aventura de evocar situaciones de dudosa verosimilitud, que sin embargo cobraban en su boca visos de cierta realidad. Y si no lo eran, merecían serlo.
A medida que lo fui descubriendo a través de sus cuadros, las entrevistas filmadas, las lecturas y las conversaciones con quienes lo conocieron, comencé a formularme otras preguntas: ¿lo que dice es lo que pinta? ¿lo que pinta es lo que piensa? ¿lo que piensa es lo que dice?
Me conmueve su lenguaje preciso y pintoresco, profundo y sencillo a la vez, que le permitía repetirse y plagiarse con un tono colorido, irónico y seductor. Sus tonos me divierten y me ubican frente a una figura que sin embargo no parecía ser de fácil acceso. Se adivina un carácter  terco y de poca paciencia.
No puedo dejar de escuchar y recorrer una y otra vez algunas frases que gravemente desgranaba en los últimos años de su vida, cuando ganada la fama, estuvo muy solicitado para entrevistas periodísticas. Su tono sentencioso, reflejaba la sabiduría de alguien que por sus años podía darse el lujo de serlo, y como al pasar dejaba caer frases como: “Uno respeta mucho los mensajes de los padres en general, mas de lo que uno cree”; “En definitiva imagen es lo que queda cuando uno deja de trabajar, abandona un trabajo”“Pintar para mi… es como caminar”
La fuerza de sus colores, la solidez de sus temas, lo barroco de sus personajes, me van ganando poco a poco y comienzo a tejer mi propio personaje. Un ser atravesado por su tiempo que disfruta entender el arte y la política como elementos constitutivos e inevitables de la persona.
Me reconozco en algunos de estos temas y descubro que muchas de sus ideas resuenan en mi y me reafirman conceptos que yo veía como propios del cine. En ellas voy encontrando el sentido oculto de mi búsqueda.
Gorri fue un pintor en grande y fue un gran pintor. No me gustan los homenajes filmados, prefiero las películas que me permiten revelar lo humano de todo personaje, su contradicción. Creo que ser biógrafo es una actividad  frustrante. No hay ninguna posibilidad de poder representar, de atrapar una vida, en un corto espacio de tiempo.
A pesar de esto, Gorriarena, me digo,  bien vale un film. (Carmen Guarini)


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